Recuerde el slogan: “Cuando dos socios están siempre de acuerdo, uno de ellos no es necesario”. Si hay algo que se le ha pasado por alto, agradezca a quien se lo recuerde. Quizás este desacuerdo es la oportunidad de corregirse antes de cometer un grave error.
Nuestra primera reacción natural en una situación desagradable como la que se da cuando alguien nos manifiesta su desacuerdo suele ser ponernos a la defensiva. Esta reacción nunca aportará elementos para una solución; solo empeorará las cosas.
Cuando aparece el “genio” ponemos en evidencia que se nos acabó el “ingenio”. Recuerde que la capacidad y habilidad de una persona se puede medir por lo que la irrita.
Déle a su oponente la oportunidad de hablar. Déjelo terminar. No critique, no condene, no se queje. Eso solo levantará barreras. Trate de construir puentes de comprensión. No construya altos muros de incomprensión.
Si discute usted, y pelea y contradice, puede lograr a veces el triunfo; pero será un triunfo vacío. Habrá lastimado el orgullo de su contrincante, lo habrá dañado en su autoestima. Así, junto a su triunfo se lleva usted la mala voluntad de su contrincante para siempre. Haga un balance de pérdidas y ganancias antes de obtener un triunfo por medio de una discusión.
Un buen triunfo no saldrá nunca de una pelea, sino del tacto, la diplomacia, la conciliación y el sincero deseo de apreciar el punto de vista de los demás.
Una vez que haya oído el punto de vista de su oponente, exponga antes que nada los puntos y áreas en que están de acuerdo.
Busque los puntos donde pueda admitir su error y hágalo. Discúlpese por sus errores. Eso desarmará a sus oponentes y reducirá la actitud defensiva.
Sus oponentes pueden tener razón. Es mucho más conveniente acceder a pensar en sus posiciones, antes que avanzar a ciegas y verse después en una posición en que sus oponentes puedan decir: “Quisimos decírselo, pero usted no escucho”
Cualquiera que se tome el trabajo de presentar y sostener objeciones está interesado en lo mismo que usted. Piense en ellos como gente que realmente quiere ayudarle y haga amigos de sus oponentes.
Sugiera realizar otra reunión más tarde ese mismo día o en los días siguientes para presentar y analizar nuevos datos. Al prepararse para esa reunión hágase algunas preguntas difíciles: ¿Tendrán razón mis oponentes?, ¿Tendrán parcialmente razón?, ¿Su posición tiene bases o méritos ciertos?, ¿Mi reacción acercará o alejará de mí a mis oponentes?, ¿Mi reacción elevará la estima que me tiene la mejor gente?, ¿Qué ganaré y que perderé aceptando los puntos de vista de mis oponentes?, ¿Cómo convertir esta ocasión tan difícil en una oportunidad para mí?