Miedo versus ansiedad
¿Hay alguna diferencia entre miedo y ansiedad? En algunos casos es simplemente una cuestión lingüística. Decimos que tenemos miedo “a” algo y ansiedad “por” algo. Pero en la práctica médica se ha podido comprobar que la neurobiología del miedo es distinta a la neurobiología de la ansiedad. La punzada que sientes en el estomago cuando un intruso te pone una navaja en la espalda (miedo) es distinta del vértigo y el cosquilleo que sientes antes de hacer una llamada telefónica difícil (ansiedad). La palabra ansiedad también se utilizar para describir la aprensión persistente o la sensación crónica de preocupación o tensión, cuyas causas pueden no estar claras.
Lo llames como lo llames – ansiedad, aprensión, miedo o terror – lo que importa es como lo afrontes.
En las conversaciones cotidianas utilizamos el lenguaje coloquial con el que nos sentimos más cómodos, que se ajusta a nuestra estructura psicológica. Algunas personas no hablan de miedo ni ansiedad. Prefieren decir que están “estresados”. “Estresado” significa “muy asustado” para la gente que es alérgica a identificar y compartir su propia vulnerabilidad. En el otro extremo lingüístico, una mujer puede comentar que está “aterrorizada” de que a su hija no le quede bien el vestido de novia, cuando lo que realmente quiere decir es que le preocupa.
Sea cual sea nuestro vocabulario emocional nadie quiere sentir ansiedad, miedo, vergüenza ni ninguna otra emoción desagradable. Pero tampoco podemos evitar esos sentimientos. Cuanto más podamos mirar a estas emociones indeseables a los ojos, con paciencia y curiosidad, y aprendamos a reconocer sus ventajas e inconvenientes, menos influencia tendrán en nosotros. Solo cuando experimentamos nuestras emociones en calidad de obstáculos potenciales como en calidad de guías podremos comenzar a vivir el presente con más plenitud y avanzar hacia el futuro con valor, lucidez, humor y esperanza.
Los beneficios de la ansiedad: como nos mantiene a salvo el miedo.
Aunque a nadie le gusta sentirse ansioso, la experiencia de la ansiedad puede proteger nuestra vida. De la misma manera que el dolor físico nos enseña a mantener las manos alejadas del fuego, nuestro miedo nos enseña – una vez que nos hemos quemado – a tener cuidado con el fuego la próxima vez. La reacción precautoria que provoca la ansiedad nos puede salvar la vida ante algunos peligros.
No es necesario decir que nuestra ansiedad no nos ayuda siempre a actuar bien. Podemos malinterpretar las señales y ver un peligro donde no lo hay. Podemos ser muy sensibles emocionalmente y reaccionar al miedo con demasiada facilidad y ponernos a la defensiva movidos por prejuicios, falsas creencias o viejas heridas
Un día estaba al teléfono con mi amiga Emily, que es una gran pensadora.
– Dime algo profundo sobre la ansiedad- le dije.
– No sienta bien- respondió Emily con tono categórico.
– Sí; pero piensa en algo positivo-. ¿Cómo te ayuda la ansiedad? Dame un ejemplo concreto.
– Cuando estoy ansiosa por el dinero la ansiedad me ayuda a gastar menos- dijo Emily- Así puedo controlarme y evitar problemas.
Cinco reglas de oro para afrontar la ansiedad.
1. ¡Habla¡
2. Infórmate. Cuando no hay información la ansiedad se agrava y surgen las fantasías.
3. Ten cuidado dentro de unos límites razonables. No te avergüences si decides evitar algunos riesgos.
4. Evita las actividades que te alteren (por ejemplo, apaga la televisión) y busca actividades que te tranquilicen (por ejemplo da un paseo o haz estiramientos de yoga).
5. No pierdas la perspectiva. Aunque ocurran cosas terribles es posible seguir adelante con amor y esperanza.
¿Es un trastorno mental no tener ansiedad?.
El manual de diagnóstico de la Asociación Psiquiátrica Americana incluye muchos términos para la gente con problemas de ansiedad. Estos “trastornos mentales” incluyen ansiedad generalizada, trastornos del pánico, estrés postraumático, fobias sociales, fobias específicas (a la sangre, los ascensores…), hipocondría, obsesiones marcadas por la angustia y la ansiedad y comportamientos compulsivos (por ejemplo, contar, comprobar y limpiar) para intentar prevenir algo que se tema. El sufrimiento que conllevan estos trastornos puede ser muy intenso.
Sin embargo, no hay términos similares para la gente que no siente ansiedad cuando debería sentirla. A una persona le pueden diagnosticar un “trastorno de conducta” si tiene un comportamiento agresivo y destructivo que infrinja los códigos sociales y familiares. ¿Pero que ocurre con la gente que funciona a costa de los demás de forma menos evidente y no reconoce las señales internas para cambiar de actitud? ¿Qué ocurre con la gente en posiciones de poder que hace daño a los demás para conseguir beneficios sin sentir demasiada ansiedad por su comportamiento? ¿O con los ciudadanos normales que no prestan atención ni reaccionan a las situaciones injustas o peligrosas que se dan en su familia, en su comunidad o en el entrono global? No estoy diciendo que debamos vivir dominados por la ansiedad por el estado del mundo o de nuestras propias relaciones. De hecho, cuando estamos demasiado ansiosos perdemos la capacidad de resolver bien los problemas. Pero es interesante la perspectiva de que cuando la ansiedad deja de funcionar estamos ante un trastorno psicológico. No hay un diagnóstico para la indiferencia, la emoción más peligrosa de todas.
Valor para desapegarse
A algunos nos da miedo librarnos de nuestra propia rabia porque en cierto sentido nos mantiene unidos a la persona que nos ha hecho daño. La rabia es una forma intensa de apego (aunque sea negativo), como el amor. Ambas formas de intensidad emocional nos mantienen conectados a la otra persona, y por eso muchas parejas divorciadas legalmente no están separadas emocionalmente. Si no puedes hablar por teléfono o estar en la misma habitación con tu ex pareja sin sentir que se te encoje el estómago sigues apegado. Desapegarse puede provocar mucha ansiedad, y exige un gran valor.
Cuando nos libramos de la rabia y el sufrimiento (lo cual no significa perdonar necesariamente) y empezamos a disfrutar de la vida podemos experimentar de forma temporal ansiedad y una sensación de nostalgia. Esto ocurre porque con cada paso que damos por nosotros mismos nos estamos alejando emocionalmente de una relación que se terminó oficialmente hace mucho tiempo. Cuando dejamos atrás la ira renunciamos al sueño de que la persona que nos ha hecho daño sienta remordimiento, vea las cosas como nosotros o se ponga de rodillas y nos pida otra oportunidad
Otros temas interesantes par resumir:
La ansiedad en el trabajo.
Además de la ansiedad en las personas se puede hablar de ansiedad en los sistemas. El entorno laboral es un sistema ansioso y ello es inevitable. Si en un entorno laboral no existe alguna ansiedad es posible que peligren esos puestos de trabajo.
Las maneras normales de gestionar la ansiedad en el trabajo son: inhibirse, culpabilizar, criticar, hiperactuar.
La ansiedad puede traspasarse de una persona a otras en un sistema ansioso. Cuando en un sistema una persona está ansiosa transmite la ansiedad a quienes lo rodean. De igual forma también puede transmitirse la calma. El secreto para que las cosas mejoren en un entorno laboral o en cualquier sistema es contar con personas que sean capaces de recibir más ansiedad de la que transmiten; o lo que es igual, que sean capaces de transmitir más calma de la que reciben.
Reflexión sobre la vergüenza.
Diferencia entre vergüenza y culpa. Se siente vergüenza por lo que se es; se siente culpa por lo que se hace.