Reflexiona por un instante sobre la forma en que manejas tu vida habitualmente. Si lo haces con honestidad, te darás cuenta de que muchos de tus comportamientos y reacciones frente a los problemas están sucediendo de una manera automática. Si ante una circunstancia o un estímulo determinado reaccionas de manera predecible, con una respuesta emocional impulsiva dictada por tu código genético, deberás concluir que estás funcionando con el «piloto automático». Y lo único que puedes consiguir de este modo es perderte un increíble potencial de mejora que conseguirías si decidieras tomar los mandos de tu vida.
No permitas que esto te suceda. Si tienes la sensación de que tu vida sigue su curso en “piloto automático”, decide ahora mismo tomar el control. No dejes que esas reacciones automáticas arruinen lo que de otro modo podrían ser experiencias y oportunidades de mejora.
Los seres humanos nos diferenciarnos del resto de los animales en que no hemos nacido para simplemente reaccionar ante lo que nos sucede, sino que hemos sido diseñados con capacidad para actuar sobre lo que nos sucede. Esto quiere decir que entre lo que te sucede y tu respuesta siempre hay un margen de maniobra; en medio siempre ha de estar tu capacidad para cambiar esa respuesta de una manera positiva.
Empieza a vivir la vida siendo consciente de que posees la capacidad de responder de mil maneras diferentes ante cualquier situación. No tienes porque ofrecer ante las situaciones que la vida te va presentando solo la respuesta “programada” de tu piloto automático. Conviértete de una vez por todas en el director de tus conductas y reacciones.
Tal vez una formula que ayude a ajustarse a este nuevo enfoque sea adoptar una actitud mental positiva y asumir esta perspectiva: en la vida no hay problemas, solo situaciones nuevas que afrontar y resolver; por tanto oportunidades para el aprendizaje, el desarrollo y el crecimiento.
Basta con verlo desde esta perspectiva y dejar de utilizar la palabra problema para que este resuelto el 50% del trabajo.