Un niño va al hospital con su padre y toca varias veces los pies del enfermo.
– ¿Qué haces? – pregunta el enfermo.
– Estaba contando sus pies y parece que tiene los dos.
– Claro, ¿lo dudabas?
– No, es que mi padre me dijo que tenía un pie en el otro mundo.
En el oculista:
– Con el ojo tapado, ¿qué ve usted?
– Un cuatro.
– Muy bien, ahora el izquierdo tapado...
– Un cuatro.
– Perfecto, ahora con los dos destapados. ¿Qué ve?
– Un ocho.
El médico le dice al paciente:
– Tiene los ojos desorbitados, está bilioso, tiene pómulos señalados y el labio caído.
– Pues usted deja mucho que desear.