Si somos aquel jefe de la puerta abierta, debiéramos recordar que resolviendo nosotros mismos los problemas de los demás, los hacemos más dependientes (¡vaya! otra vez esta sensación de poder ¿no?). Si queremos luchar contra la centralización y la delegación hacia arriba, debemos procurar que nuestros colaboradores sean capaces de resolver sus problemas; y hacerlos por ellos no es precisamente la mejor manera de conseguirlo.
Imaginad un momento que sois el entrenador de un tenista. Este tiene un fallo en el saque, demasiado cortado, demasiado lento. ¿Qué haría? ¿Cogerle la raqueta y sacar en su lugar? «Oye Entrenador, voy atrás en el marcador, ¿podría salir a sacar por mi?» Sin embargo viene a ser lo que muchos jefes hacen en las empresas.
Llamadas telefónicas imprevistas o demasiado largas
Colegas que vienen a presentar problemas o a conversar
El jefe
Política de puertas abiertas, disponibilidad obligatoria
Visitas clientes y proveedores que aparecen de improviso
Personal de escasa formación o competencia
Reuniones demasiado frecuentes, largas y mal preparadas
Tramites personales o familiares
Mantenimiento y reparación de cacharros averiados
Actividad de los niños (médico, música, etc) y la necesidad de llevarlos
Limpieza, orden, comida y demás tareas del hogar
Interrupciones de los niños
Objetivos y prioridades confusas y cambiantes
Falta de planificación del trabajo diario