Juan José Millás
A veces, compras para tu hijo pequeño un cuento lleno de valores democráticos y cuando llegas a casa te das cuenta de que la manipulación de ese material didáctico se ha llevado a cabo en Taiwan, por un esclavo de seis o siete años. Puedes, para aliviar la culpa, domiciliar en tu banco el tratamiento de un leproso hindú o de un sudanés con escorbuto. Pero no hay quien te quite el sabor amargo, el retrogusto, que diría un enólogo, de educar a tu hijo con libros en cuya encuadernación se ha dejado las yemas de los dedos un niño de su edad. Es imposible dar un paso, en fin, sin perpetrar una miseria o, lo que es peor, sin ejercer la caridad, la pena. Toda esta confusión se resume en un anuncio de prensa que estos días me ha llamado la atención. “Le criamos su cerdo”, dice. Y es verdad, lo crían, lo matan, y te envían sus partes por una mensualidad inferior a la que normalmente daríamos a una ONG. Ese cerdo, al que nunca veremos la cara porque está globalizado, somos nosotros mismos. Habría sido imposible hallar una metáfora mejor del mundo. Amamos a distancia, matamos a distancia, y nos devoramos unos a otros a través del mercado global. Hemos vuelto al canibalismo sin haber llegado a salir de él. ¿Qué hacer?
En cuerpo y próteis Juan José Millás reúne una selección de artículos, publicados en diversos medios, donde desmonta la superficialidad de la vida cotidiana en el Estado de bienestar y denuncia con humor e imaginación desbordantes tópicos de nuestra cultura. Trastorna, enreda y revuelve el orden establecido de las cosas y demuestra que éste, al menos, no ha conseguido domesticar sus palabras.
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