Brain, se volviera popular entre los relativamente escasos usuarios de
ordenadores personales de 1986. En sólo 20 años los virus son ya un
negocio rentable para muchos, tanto para quien los crea como para
quien los combate.
Antes de ese Brain, hace ahora casi 23 años, en noviembre de 1983,
Fred Cohen acunó el término virus y demostró empíricamente lo que
todos temían e intuían: efectivamente, como muchos habían estudiado
teóricamente, se podía crear código que atacara a otros programas
modificándolos, y a la vez fuese capaz de auto-replicarse. Cohen
presentó el código del experimento en su doctorado para la Universidad
del Sur de California y demostró al mundo que este comportamiento era
posible en un programa implementándolo en una de las míticas máquinas
Vax (bajo Unix). El programa creado podía hacerse con los derechos de
los archivos del sistema en menos de una hora, con un tiempo récord de
cinco minutos. El hecho causó tanto miedo que se prohibieron este tipo
de prácticas, pero la curiosidad y fascinación crecía en los nuevos
informáticos, que comenzaron a experimentar con nuevos programas y
los recién estrenados sistemas. Nacían los primeros virus.
La velocidad de Internet aumenta a pasos agigantados. Si esa primera
prueba de concepto de Cohen tardaba una hora como máximo en hacerse
con un sistema, si Brain nació sólo tres años después en Paquistán y
no se dejó ver por Estados Unidos de América hasta un año después,
Slammer, un virus de 2003, tardó unos pocos minutos en dar una vuelta
al mundo. Se paseó por todos los servidores MS-SQL del planeta,
duplicando el número de servidores infectados cada 8,5 segundos. El
récord anterior lo ostentaba el gusano Code Red, que apareció en el
2001 y llegó a duplicar el número de sistemas infectados cada 37
minutos.
¿Tanto ha avanzado el código vírico en 20 años como para reducir a
segundos lo que antes podía tardar hasta un año? Para alcanzar estas
cotas de velocidad, influye más la infraestructura de red que el
código en sí. El hecho de que hoy por hoy la red de interconexión
entre sistemas sea gigantesca, no resta mérito a ese primer virus.
Brain debía propagarse principalmente a través de disquetes de mano
en mano, y con este rudimentario sistema llegó a instalarse en medio
mundo. Slammer y Code Red, sin embargo, contaban con la ventaja de
una red rápida e interconectada, además de que atacaban de forma
automática a servicios de red, no a usuarios domésticos. Estos
servicios permanecen 24 horas activos en la red y saltaban de uno
a otro sin necesitaban de interacción por parte de ningún humano,
lo que facilitaba la labor a este código vírico.
En 20 años, la vía de difusión no ha pasado por demasiadas fases. Los
virus de sector de arranque fueron populares durante unos diez años,
y desaparecieron para dejar paso, hacia 1995, a los virus de macro
asociados a los documentos de Office de Microsoft Windows. A finales
de los 90 se tomó el correo como vía sencilla y rápida de difusión de
código malicioso y hoy en día sigue siendo la más popular, aunque
últimamente se use también el navegador como vía de infección gracias
a ciertas vulnerabilidades que lo permiten.
Lo indiscutible es que ya hemos aprendido a convivir con ellos y no
falta el año en el que al menos un par de virus campan a sus anchas
por todos los sistemas Windows. I Love You (con el que se cebaron los
medios), Slammer (de los más rápidos de la historia), Klez (el más
persistente de la historia, con casi un año en el top ten), Blaster
(el virus que demostró la utilidad de los cortafuegos personales)... y
así hasta los más de 100.000 que puede detectar hoy en día cualquier
programa antivirus, que se enfrentan cada vez a criaturas más rápidas
y potentes.
Lo que más ha cambiado en estos 20 años, sin duda, no tiene nada que
ver con el aspecto técnico. El fin de la creación de estos virus ha
variado radicalmente. Anteriormente los virus no tenían otra función
más que su propia difusión y la experimentación con los códigos.
Cuanto más pudiesen infectar y más atención le prestaran los medios,
mayor el regocijo y reconocimiento para el creador del software
maligno. Desde hace pocos años se viene observando una alianza
estratégica entre estos creadores de virus, capaces de esparcir
código malicioso por millones de sistemas Windows, y los spammers,
que necesitan que ese código malicioso se difunda para poder enviar
más eficazmente sus correos a millones de buzones.
Esta profesionalización del medio requiere de unas técnicas más
sofisticadas para maximizar el beneficio obtenido por ambas partes.
Es por ello que los virus también han evolucionado, sobre todo, en
complejidad. Esto por un lado se debe a la conectividad, que permite
la compartición de códigos en Internet y favorece su reutilización y
mejora constante y, por otro, por la necesidad de competir con los
antivirus (siempre a la zaga). Pero, sobre todo, lo que ha potenciado
la complejidad del código ha sido la necesidad de aumentar el
beneficio, lo que obliga a una máxima difusión del virus que instala
el código malicioso en la víctima. Los creadores de virus y gusanos
no escatiman esfuerzos en intentar que el impacto sea de increíbles
proporciones, controlar el mayor número de máquinas posible y lanzar
así ataques donde el lucro resulta el único objetivo.
Y para muestra de la importancia y posibilidades de estas alianzas
estratégicas, este mismo mes hemos sido testigos de un juicio sin
precedentes. El californiano Jeanson James Ancheta se declaraba
culpable, ante el Tribunal Federal de Los Ángeles, del hecho de haber
encabezado y dirigido un verdadero ejército de máquinas zombie, con
las que había llegado a ganar hasta 61.000 dólares alquilando sus
esclavos a bandas de spammers y phishers. Este chico, nacido el mismo
año que el virus Brain, ha conseguido vivir holgadamente de la
infección vírica desde hace algunos años.
Si en el plano ilegal el pastel es jugoso, el negocio económico
legal formado en torno a los virus en estos 20 años no ha dejado de
crecer. Según el FBI, los virus y demás crimen organizado en Internet
ocasionaron pérdidas del orden de los 67.000 millones de dólares a
las compañías de ese país en 2005. Paralelamente, las compañías de
seguridad informática y antivirus facturaron 37.000 millones de
dólares.
Lo más preocupante es que, si en 20 años los virus han llegado tan
lejos sin prácticamente salir del PC... no sabemos qué puede ocurrir
cuando la conectividad alcance a todo tipo de aparatos cotidianos.
Según estimaciones de expertos leídas en news.com, el mercado de
los antivirus tendrá un valor de 73.000 millones de dólares en
2009.¿Incluirán ya esas cifras el potencialmente gigantesco negocio
de los antivirus para móviles?
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http://www.hispasec.com/unaaldia/2650/comentar
Más Información:
Computer Viruses – Theory and Experiments
http://vx.netlux.org/lib/afc01.html
Computer crime costs $67 billion, FBI says
http://news.com.com/Computer+crime+costs+67+billion,+FBI+says/2100-7349_3-6028946.html
Hacker admits renting 'botnet' to spammers
http://www.chron.com/disp/story.mpl/tech/news/3607226.html
Los virus informáticos cumplen veinte años
http://www.diarioti.com/gate/n.php?id=10435
Computer viruses now 20 years old
http://news.bbc.co.uk/2/hi/technology/3257165.stm
Sergio de los Santos
ssantos@hispasec.com